viernes, 1 de abril de 2016

UNA DIFERENCIA BIEN MARCADA

Recientemente tuve la bendición de asistir a dos funerales, uno evangélico y el otro católico. El primero se trató del pastor Rubén Rodas Sr, con una trayectoria evangélica de toda su vida y cerca de cuarenta años como pastor. No hay duda fue la razón para que en el servicio de velación hayan habido unas 1600 personas y una asistencia bastante concurrida en el entierro. El Segundo, una ferviente católica, madre de noventa años con un legado de seis hijos y una vasta cantidad de nietos, bisnietos y es posible que tataranietos y algo más. Así mismo un buen legado de servicio al prójimo, lo cual pude constatar en su historial plasmado en la tarjeta o esquela que como es costumbre iba recibiendo cada uno de los asistentes. Cabe destacar que estos dos sucesos en los que me digné estar presente tuvieron lugar prácticamente el mismo día. Al pastor Rodas se le sepultó a eso de las once de la mañana y en la capilla del mismo cementerio se veló a mamá Thelma (nombre ficticio por respeto a su familia ya que la mayoría de ellos no comparten la fe evangélica) unas cuantas horas después. El pastor Rodas fue velado en un templo evangélico con espacio suficiente para la cantidad de gente que se esperaba.

Mamá Thelma que también era la madre de uno de nuestros miembros de la iglesia, era una mujer a quien traté algunas veces cuando su familia la llevaba esporádicamente a nuestras reuniones. Era una mujer dinámica, amigable que en una salida a la playa para realizar unos bautismos hace unos seis años saltaba sobre piedras como cualquier persona con toda la energía juvenil, no-obstante ya casi le pegaba a los noventa. Era originaria de algún lugar de Huehuetenango Guatemala, que se trasladó bastante joven a Xelajú en Quetzaltenango, luego a la capital y posteriormente a Estados Unidos. Ya en el país del norte luchó por legalizarse y no descansó hasta emigrar a todos sus hijos. Todo eso lo escuché por palabras de ellos y nietos al expresarle palabras de agradecimiento frente a su cadaver que descansaba en su féretro.

De igual manera, en el caso del pastor Rodas como era de esperarse hubo un programa bien organizado, pastores y líderes de renombre tomaron la palabra para resaltar el testimonio de un gran siervo de Dios. Un hombre que tanto en Guatemala como en Estados Unidos supo enaltecer el nombre de Jesucristo con su vida ejemplar, como esposo, padre, abuelo y por tanto predicador. Por conocer su trayectoria desde Guatemala, el haber salido nosotros de su iglesia para pastorear en Estados Unidos se me pidió que hiciera una reseña de su vida. Oportunidad que aproveché para dar lectura a mi comentario CUANDO SE GRADÚA UN SIERVO DE DIOS publicado en facebook pocos días después de su partida como ya dije, frente a unas mil seiscientas personas, similar a la asistencia con que Dios nos honró cuando velamos a nuestro hijo David en septiembre 1999 también en Los Angeles California.

¿Por qué hablar de diferencia bien marcada? Porque en el caso del hermano Rodas, si bien había tristeza porque ya no iba a estar en esta tierra, con su familia e iglesia, el servicio como suele ser en los funerales de creyentes redimidos, era toda una celebración. Celebración porque un hombre de Dios había alcanzado el máximo galardón para todos los que proclamamos a Jesucristo como nuestro Salvador, la vida eterna. Se contó con la participación de un grupo de alabanza, hubo cantos de júbilo, al igual que en el cementerio, sus nietos entonaron una bonita alabanza, de nuevo hubo palabras de agradecimiento y recordación. El obispo Samuel Santana decía en su sermón “ya el hermano Rodas se pasea en las calles de oro y navega en los mares de cristal”. En la velación de Mamá Thelma había un ambiente más que todo de silencio, de meditación diría yo, y más que todo de pedir por su eterno descanso. El sacerdote que celebró la misa constantemente se refería a la vida de ejemplo de ella y constantemente invocaba a la virgen María para que llevara su alma al cielo. Lo mismo que he observado en otros casos que he tenido que asistir para estar con hermanos de mi congregación cuando un familiar muere sin haber recibido a Jesucristo como su Salvador. En el Rosario pude constatar que toda la gloria es para la virgen y me pareció ver a Jesucristo relegado a un rinconcito a donde María tenía que ir a buscarlo para salvar el alma de la difunta. No lo digo en son de crítica, tengo buenos amigos católicos, en mis clases de maestría y doctorado he compartido con ellos y hasta hemos hecho tareas juntos, es simplemente mi reflexión.

Yo creo que mamá Thelma está en el cielo. ¿y saben por qué? Porque su hijo que asiste a nuestra iglesia desde hace más de veinte años y que parte de su familia han crecido con nosotros, con mucha dificultad me pidió que fuera a orar por su madre cuando estaba en agonía a eso de las once de la noche. Y todo por la férrea oposición de parte del resto de su familia. Ya en el hospital Mamá Thelma agonizaba con oxígeno, con mangueras y agujas en su cuerpo, obviamente no podía hablar. Cuando le pregunté si me escuchaba me afirmo con una mínima señal, le hablé de la necesidad de entregar su alma a Cristo para el paso que estaba próxima a dar. Cuando oraba por ella, medio abrió sus ojos, estiro su mano, con mucho esfuerzo, tomó la mía y yo podía percibir que repetía en su mente las palabras que yo pronunciaba. De inmediato se sintió una paz profunda en aquel cuarto de hospital, estaban presentes otros dos de sus hijos que están casados con mujeres evangélicas y se sintió el testimonio del Espíritu Santo. Al igual que el ladrón en la cruz, en las postrimerías de su existencia se hacía acreedora a la vida eterna y dos días después pasaba a la presencia del ahora su Señor y Salvador.

De acuerdo a la fe evangélica la salvación es por fe y no por obras, he ahí la diferencia. Las obras desde nuestra perspectiva teológica son producto de la salvación y la promesa de vida eterna que ya disfrutamos. Todo lo bueno que se hace no es para ganar méritos sino más bien una actitud de agradecimiento como fruto del amor en Cristo porque ya somos salvos. Con respecto a la virgen María, ella merece todo nuestro respeto, es la madre de Jesucristo, bendita entre las mujeres (Lucas 1:42). Es la mujer a quien Dios usó para encarnarse en la persona de su Hijo Jesucristo y por tanto, ocupa un lugar especial en el cielo. No estoy de acuerdo con algunos creyentes evangélicos que por falta de instrucción le quitan méritos a la virgen. Lo que sí es verdad, es que quien salva es Cristo, Él es el único Mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2:5). La misma virgen necesito de su salvación (Lucas 1:42). En las bodas de Caná ella misma le dio el primer lugar a su hijo (Juan 2:5). Es a Él a quien Dios exaltó hasta lo sumo y le dio un nombre que es por sobre todo nombre incluyendo Maria (Filipenses 2:9-11).
Por tanto, mamá Thelma fue salva de última hora. Media vez la persona muere ya nada se puede hacer por su alma.

Abraham no le dio ninguna esperanza al rico mientras Lázaro descansaba en su seno (Lucas 16). En el calvario pendían dos ladrones crucificados junto a Jesús, uno fue salvo y el otro no pero ambos tuvieron la misma oportunidad (Lucas 23:42). A petición de su hijo hice uso de la palabra en el funeral. Traté de ser lo más prudente posible, me referí a ella como toda una dama en vida. Les dije que había orado por ella en el hospital y que tuvieran la seguridad de que está en el cielo, pero aún así pude percibir que en vez de alegrarles mis palabras no fueron del agrado de su familia católica. El sacerdote después de celebrar la Misa y el Rosario, al percatarse de mi presencia, cambió un tanto el tono de su lenguaje hablando más de celebrar la vida de Mamá Thelma. En definitivo, el pastor Rodas se preparó toda su vida, mamá Thelma lo hizo al final pero ambos están con Cristo. Gloria a Dios.

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