miércoles, 11 de septiembre de 2013

CUANDO LLUEVE SOBRE MOJADO


“Hoy Guatemala si está de guate peor”  me decía un seguidor desde Argentina en mi cuenta de Facebook acerca de un pequeño comentario que hice con respecto a los últimos acontecimientos sucedidos en Guatemala.  Como ya es costumbre en las redes sociales el comentar cuando uno de nuestros amigos escribe algo que nos interese. Me refería a lo del sismo de 6.5 grados en Quetzaltenango cuyo epicentro fue en Coatepeque y que afortunadamente no hubo pérdidas humanas a diferencia del 2012, excepto algunas pérdidas materiales que también son dignas de lamentar. Luego fueron masacradas once personas en una comunidad de San Pedro Ayampuc a unos 18 kilómetros de la capital, un hecho que se atribuye a pandilleros y que ahora ya se habla de posible responsabilidad de las fuerzas del orden, lo que el ministro de gobernación ha dicho que va a investigar.

Ni siquiera se podían digerir estas dos noticias sobre nuestra querida Chapinlandia, cuando un autobús extraurbano de Transportes San Martineca cae en un precipicio de unos 200 metros de profundidad en la que fallecieron 46 personas, otra cantidad similar se reportan heridos. El autobús (camioneta) en buen chapín se conducía entre San Matín Jilotepeque y Chimaltenango cuyo destino era la capital. Al parecer sufrió desperfectos en el sistema de frenos debido a que llevaba unas 80 personas a bordo cuando su capacidad es para 64 pasajeros. Según reportes de prensa iba sobrecargado con las mercancías que los pasajeros llevaban para vender tanto en Chimaltenango (cabecera departamental) como en la propia capital. No es para menos. El que hayan muerto tantos paisanos entre ellos niños y hasta un bebito de unos ocho meses, es como para pensar lo que en estos momentos pasa por la mente de los pobladores de San Martín, de todo el territorio nacional y de todos aquellos que amamos profundamente a nuestra Guatemala. A eso se suma lo copioso del invierno propio de la temporada en que los muertos están siendo enterrados bajo torrenciales lluvias, por eso digo “sobre mojado”.

 A todas luces se puede ver que en dicho accidente hubo una total irresponsabilidad de parte de quien conducía el autobús. Quienes hemos transitado en carreteras de Guate, ya sea asfaltadas o de terracería, somos testigos de la imprudencia de algunos pilotos. Más cuando se trata de pelearse el pasaje entre los demás conductores pues es ahí en donde suele estar la ganancia “el moco” para ellos y sus ayudantes, ya que su obligación es reportar lo que concierne a la capacidad del automotor. En este caso lo de los 64 pasajeros, lo otro es el “dinerito” extra que de una o de otra manera se suma al sueldo base que en muchas ocasiones no llena las necesidades de ellos y sus familias. Por otro lado está la exigencia de los pasajeros que con tal de llegar rápido a su destino no les importa ir peor que sardinas en un autobús sobrecargado. Digo esto, porque en mi opinión hablando de clase media no creo que haya un sólo chapín que en alguna ocasión no haya ido parado, arrinconado, sentado sobre las piernas de otro e incluso colgado hasta de las escaleras externas por donde los ayudantes suben y bajan de las parrillas para subir o bajar la carga.  Esa misma exigencia de los pasajeros que de no aprovechar ``esta camioneta`` tendría que esperar horas para la próxima ¿Y si también viene igual de llena? ``mejor me voy en esta``.

El descuido y la falta de responsabilidad siempre será la causa de la mayor cantidad de tragedias que enlutan constantemente a nuestra sociedad. Muchos de los accidentes también son ocasionados porque los pilotos conducen en estado de ebriedad más en nuestros países en donde todo se arregla por medio de influencias o las tradicionales  “mordidas”,  pero ya es tiempo que las autoridades hagan lo que deben hacer. Por ejemplo: establecer líneas telefónicas en donde los pasajeros puedan reportar de inmediato cualquier anomalía a bordo del autobús; colocar en los autobuses sistemas de control de velocidad pues hoy con lo avanzado de la tecnología no hay excusa que justifique el por qué no hacerlo ya que se trata de evitar o al menos minimizar más tragedias lamentables; supervisar eficientemente el vehículo antes de salir por la compañía propietaria, es decir tomar las medidas necesarias para proteger las vidas.

 Afortunadamente en el sismo de Coatepeque no hubo muertos a pesar de ser muy fuerte el remezón según comentaban quienes lo sintieron. El tipo de construcciones ya no es el mismo de cuando sucedió el terremoto del 4 de Febrero de 1976 en que murieron unas 27,000 personas. Cuando se trata de desastres naturales obviamente sólo nos resta estar preparados para enfrentar los embates de la naturaleza. Sin embargo, cuando se trata de hechos de violencia como lo sucedido en San Pedro Ayampuc y otros hechos que han estado sucediendo como el accidente ahora en San Martín Jilotepeque, es algo que si las autoridades merecen ser cuestionadas por ser ellas las garantes de proteger a la población. No basta con declarar tres días de duelo como lo ha hecho el gobierno. Eso si bien es simbólico, refleja de una o de otra manera el valor que se le da a la vida. El gobierno le dice a los ciudadanos: “estamos con los que sufren” pero no olvidemos que la vida sigue su curso y son los afectados quienes tendrán que cargar con su dolor por el resto de sus vidas.

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