“Hoy Guatemala si está de guate peor” me decía un seguidor desde Argentina en mi
cuenta de Facebook acerca de un pequeño comentario que hice con respecto a los
últimos acontecimientos sucedidos en Guatemala.
Como ya es costumbre en las redes sociales el comentar cuando uno de
nuestros amigos escribe algo que nos interese. Me refería a lo del sismo de 6.5
grados en Quetzaltenango cuyo epicentro fue en Coatepeque y que afortunadamente
no hubo pérdidas humanas a diferencia del 2012, excepto algunas pérdidas
materiales que también son dignas de lamentar. Luego fueron masacradas once
personas en una comunidad de San Pedro Ayampuc a unos 18 kilómetros de la
capital, un hecho que se atribuye a pandilleros y que ahora ya se habla de
posible responsabilidad de las fuerzas del orden, lo que el ministro de
gobernación ha dicho que va a investigar.
Ni siquiera se podían digerir estas
dos noticias sobre nuestra querida Chapinlandia, cuando un autobús extraurbano
de Transportes San Martineca cae en un precipicio de unos 200 metros de
profundidad en la que fallecieron 46 personas, otra cantidad similar se
reportan heridos. El autobús (camioneta) en buen chapín se conducía entre San
Matín Jilotepeque y Chimaltenango cuyo destino era la capital. Al parecer
sufrió desperfectos en el sistema de frenos debido a que llevaba unas 80
personas a bordo cuando su capacidad es para 64 pasajeros. Según reportes de prensa
iba sobrecargado con las mercancías que los pasajeros llevaban para vender
tanto en Chimaltenango (cabecera departamental) como en la propia capital. No
es para menos. El que hayan muerto tantos paisanos entre ellos niños y hasta un
bebito de unos ocho meses, es como para pensar lo que en estos momentos pasa
por la mente de los pobladores de San Martín, de todo el territorio nacional y
de todos aquellos que amamos profundamente a nuestra Guatemala. A eso se suma
lo copioso del invierno propio de la temporada en que los muertos están siendo
enterrados bajo torrenciales lluvias, por eso digo “sobre mojado”.
A todas luces se puede ver que en dicho
accidente hubo una total irresponsabilidad de parte de quien conducía el autobús.
Quienes hemos transitado en carreteras de Guate, ya sea asfaltadas o de
terracería, somos testigos de la imprudencia de algunos pilotos. Más cuando se trata
de pelearse el pasaje entre los demás conductores pues es ahí en donde suele
estar la ganancia “el moco” para ellos y sus ayudantes, ya que su obligación es
reportar lo que concierne a la capacidad del automotor. En este caso lo de los
64 pasajeros, lo otro es el “dinerito” extra que de una o de otra manera se
suma al sueldo base que en muchas ocasiones no llena las necesidades de ellos y
sus familias. Por otro lado está la exigencia de los pasajeros que con tal de
llegar rápido a su destino no les importa ir peor que sardinas en un autobús sobrecargado.
Digo esto, porque en mi opinión hablando de clase media no creo que haya un sólo
chapín que en alguna ocasión no haya ido parado, arrinconado, sentado sobre las
piernas de otro e incluso colgado hasta de las escaleras externas por donde los
ayudantes suben y bajan de las parrillas para subir o bajar la carga. Esa misma exigencia de los pasajeros que de no
aprovechar ``esta camioneta`` tendría que esperar horas para la próxima ¿Y si
también viene igual de llena? ``mejor me voy en esta``.
El descuido y la falta de responsabilidad
siempre será la causa de la mayor cantidad de tragedias que enlutan
constantemente a nuestra sociedad. Muchos de los accidentes también son
ocasionados porque los pilotos conducen en estado de ebriedad más en nuestros
países en donde todo se arregla por medio de influencias o las tradicionales “mordidas”, pero ya es tiempo que las autoridades hagan lo
que deben hacer. Por ejemplo: establecer líneas telefónicas en donde los
pasajeros puedan reportar de inmediato cualquier anomalía a bordo del autobús;
colocar en los autobuses sistemas de control de velocidad pues hoy con lo avanzado
de la tecnología no hay excusa que justifique el por qué no hacerlo ya que se
trata de evitar o al menos minimizar más tragedias lamentables; supervisar
eficientemente el vehículo antes de salir por la compañía propietaria, es decir
tomar las medidas necesarias para proteger las vidas.
Afortunadamente en el sismo de Coatepeque no
hubo muertos a pesar de ser muy fuerte el remezón según comentaban quienes lo
sintieron. El tipo de construcciones ya no es el mismo de cuando sucedió el
terremoto del 4 de Febrero de 1976 en que murieron unas 27,000 personas. Cuando
se trata de desastres naturales obviamente sólo nos resta estar preparados para
enfrentar los embates de la naturaleza. Sin embargo, cuando se trata de hechos
de violencia como lo sucedido en San Pedro Ayampuc y otros hechos que han estado
sucediendo como el accidente ahora en San Martín Jilotepeque, es algo que si
las autoridades merecen ser cuestionadas por ser ellas las garantes de proteger a
la población. No basta con declarar tres días de duelo como lo ha hecho el
gobierno. Eso si bien es simbólico, refleja de una o de otra manera el valor
que se le da a la vida. El gobierno le dice a los ciudadanos: “estamos con los
que sufren” pero no olvidemos que la vida sigue su curso y son los afectados
quienes tendrán que cargar con su dolor por el resto de sus vidas.
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