Fue el presidente Woodrow Wilson quien oficializó el
segundo domingo de mayo como el Día de la madre en el año 1914. Como ese día en
el calendario cayó en el día número 10 muchos otros países adoptaron el diez de
mayo. Éste día por consiguiente se celebra en la mayoría de países mientras que
en Estados Unidos es el segundo domingo.
Para unos el
día de la madre tiene origen pagano
remontándose a la antigua Grecia en honor a la madre de Júpiter, Nepturno y
Pluton, para otros tiene origen comercial. El caso es que mucho antes de todo
lo que pudiera decirse el reconocimiento a la madre tiene origen bíblico. El
primer mandamiento con promesa dice: ``Honra a tu padre y tu madre para que tus días se alarguen en la
tierra que Jehová tu Dios te da`` (Éxodo 20:12).
El amor de madre es superado únicamente por el amor de
Dios. Es la madre quien lleva en su vientre por nueve meses al hijo e hija que
se sumará como un miembro más de la familia humana. Por tanto, hay suficiente razón
para decir que el amor de madre es incomparable superado únicamente por el amor
de Dios.
En la Biblia encontramos ejemplos de mujeres que hicieron
honor al título de madre, una de ellas es Jocabed, la madre de Moisés. En el
caítulo 1 del libro de éxodo se lee que cuando Faraón se sintió amenazado por
el crecimiento del pueblo hebreo ordenó a las parteras dar muerte a todo hijo
varón. Estas desobedecieron al rey aduciendo que las mujeres hebreas eran más
robustas, que daban a luz antes que ellas llegaran. El se llenó de ira y ordenó
echar al río a todo hijo varón y a las hijas preservar la vida.
El capítulo 2 de Éxodo comienza diciendo que Jocabed quien había sido tomada
por mujer por un varón de la familia de levi, tuvo un hijo y viendo que era hermoso lo
escondió tres meses (V:2). Obviamente eso no podría durar mucho tiempo, preparó
un canasto sellado con brea y lo puso en el Río Nilo. Dejó a su hermanita
vigilando al niño y éste terminó en las manos de la hija
de Faraón. Providencialmente
su misma madre fue contratada para cuidar de su hijo en el palacio del mismo
Faraón. Ese niño es el gran Moisés de la historia bíblica, el hombre que Dios
habría de preparar para ser el libertador del Pueblo de Israel. Moisés es
considerado el mejor líder del mundo después de Jesucristo.
Al leer la historia de Moisés y ver la astucia de su madre para
preservarle la vida, vienen a mi mente muchas madres que sin importarles cuán
grande sea la dimensión de su sacrificio en bien de sus hijos, se exponen a
todo tipo de sacrificio para proteger al fruto de sus entrañas. También hay
madres que abortan a sus hijos sin el menor respeto por la vida con el aval de
los mismos gobiernos trayendo consecuencias que no pueden ser ignoradas por
Dios, el autor de la vida.
Un fenómeno que no puede pasar desapercibido en el día de la madre es el
de la madre inmigrante. Esa que deja su país, a su esposo e hijos para cruzar
fronteras exponiéndose a toda clase de peligros e incluso la muerte en busca de
un mejor futuro para su familia. En su afán de llegar a un país que ofrece
mejores oportunidades particularmente Estados Unidos termina siendo encarcelada
y deportada a su país en donde embargó sus pocos vienes para el viaje y ahora
sin posibilidades de recuperarlos. O la madre que ya estando en el norte es
deportada, separada de su esposo y sus hijos nacidos en este país.
En lo personal, tengo el privilegio hasta este día de
tener a mi madre de 87 años todavía en este mundo. Si bien no disfruté su
cercanía por mucho tiempo, salí de mi casa cuando cumplí 18 años, sigue siendo
para mí la mejor madre del mundo, está en mis oraciones todos los días y sus
consejos son el mayor tesoro de su sabiduría. También he visto o me he enterado
en más de una ocasión de hijos que se avergüenzan de sus padres, en las películas
o telenovelas se ve constantemente, sin bien muchas veces se trata de historias
ficticias, son el vivo reflejo de hechos de la vida real.
En este día aprovecho para rendir homenaje a todas las
madres, especialmente a la madre inmigrante que sufre la ausencia por haber sido separada de sus hijos, a todas ellas les dedico el clásico texto bíblico: ``Muchas mujeres hicieron el bien;
más tú sobrepasa a todas`` (Ploverbios 31: 29). Con mucha gratitud a la madre de mis hijos Olga Marina que es la mujer que Dios me dio
por esposa. A mi hija Lizeth, a mi madre Rosa de Monroy, a mis hermanas Isabel Monroy de Solis, Blanca
Rosa Monroy de Leon, Leticia Monroy de Roman y por consiguiente a todas las madres que sin ellas no fuera
posible la existencia humana.
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