Ninguna época del año es tan anhelada como la época de navidad. No es para menos, se trata del acontecimiento que cambió la historia, el nacimiento de Jesucristo, el Hijo de Dios. Es la época en que la mayoría de personas busca agradar con regalos a sus familiares, compañeros y amigos la noche del 24 cuando el reloj marca las doce, abundan también los abrazos espontáneos, independiente de quien se trate y eso se repite durante el día siguiente.
Navidad viene del latin ``Nativitas`` cuyo significado es nacimiento. Tradicionalmente es celebrada el 25 de diciembre a partir del año 386 e impulsada por Juan Crisóstomo, fecha en que era celebrada la fiesta de Saturno y para darle mayor realce a ésta, dicho personaje pidió que las dos fiestas fueran unidas, una pagana con una genuinamente cristiana.
Según la mitología, Saturno era también considerado una divinidad que fue expulsado del cielo por Júpiter y que se refugió en el lacio (región de Italia central) creando la edad de oro y de allí las fiestas saturnales en su honor. La fecha siempre ha causado controversia porque de acuerdo a las condiciones del tiempo descritas en los evangelios era sumamente imposible que los pastores cuidaran sus rebaños a la intemperie. Diciembre es una época muy fría y éstos tuvieron que estar resguardados con sus ovejas.
Según Clemente de Alejandría, padre y filósofo cristiano de la iglesia griega que vivió alrededor del año 200 los teólogos egipcios fijaban el 20 de mayo época en que si concuerda con lo dicho en la Biblia, otros creen que pudo ser entre octubre y noviembre. Sin embargo, desde el 221 Sexto Julio popularizó lo impulsado mas tarde por Crisóstomo, el papa Julio I alrededor del 350 lo ratificó y finalmente fue decretada la fecha por Liberio en el año 354. Vale la pena mencionar que los cristianos primitivos no dieron mayor importancia a la fiesta del nacimiento de Jesús a diferencia de su muerte y resurrección, de igual manera muchos hermanos dentro del pueblo evangélico en la actualidad.
Al fijar el 25 de diciembre la navidad quedó separada de la Epifanía, palabra griega que en este caso se refiere a la manifestación de Dios en Cristo y que era celebrada en un sólo día, el 6 de enero en el que tenía lugar el nacimiento, el bautismo en el Jordán y la manifestación de las bodas de Caná de Galilea (Juan 2:11).
Ya separada la navidad de la Epifanía y situarla el 25 de diciembre, la iglesia de Occidente comenzó a asociar a ésta última con la manifestación de Cristo a los gentiles derivado de la visita de los sabios del oriente llamados los reyes magos, no que fueran ``magos`` en el sentido de literal de la palabra, sino que eran personajes estudiosos de la astronomía y por eso pudieron seguir la estrella de Belén tal como lo indicaba la profecía y llegar a donde estaba el niño. Se cree que para entonces él debió haber tenido entre dos y tres años debido a la distancia que ellos tuvieron que recorrer por lo que ya no debió estar el pesebre. Algunos creen que venían de Persia, otros de Babilona y otros del sudoeste de Arabia, de una o de otra manera el recorrido tuvo que ser entre 900 y 1000 kilómetros de distancia tiempo en que debieron enfrentar muchos peligros y vicisitudes si se toma en cuenta las condiciones en que viajaban, pero nada les detuvo hasta cumplir su cometido.
El evangelista Lucas es quien ofrece un informe más detallado a diferencia de Mateo quien se enfoca más en las genealogías dado a su trasfondo judío.
``Había pastores en la misma región que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño, y he aquí se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor`` (Lucas 2:10-12).
El ángel se adelanta a una reacción natural ante un hecho sobrenatural que sin lugar a dudas su aparición les causaría temor y luego les da la noticia que ningún mortal había escuchado jamás. Nuevas que habría de traer gozo a un pueblo que en el pasado había estado por más de cuatrocientos años bajo el yugo de Faraón en Egipto, setenta años en Babilonia y ahora por unos doscientos sometido en su propia tierra al imperio romano, suficientes razones para vivir añorando su ansiada liberación.
Un pueblo que vivía a la expectativa del cumplimiento de la profecía: ``Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre Eterno, Príncipe de paz`` (Isaías 9:6). Ahora pastores, uno de los oficios más humildes ya que eran personas a quienes los dueños les pagaban para cuidar de sus ovejas, hombres que por su oficio eran despreciados ya que el cuidar animales les convertía en personas mal olientes y sucias lo que iba en contra del prejuicio judío, eran quienes ahora escuchaban un anuncio de trascendencia eterna ``nuevas de gran gozo``. Pastor significa ternura, seguridad y provisión.
Jesús había nacido en el lugar ampliamente profetizado, en Belén la ciudad de David indicando con esto una bendición especial para los judíos. No se trataba de un libertador político que les liberara de los romanos como ellos esperaban porque la salvación en el contexto del Nuevo Testamento es de carácter moral y espiritual. Tampoco sería solamente para Israel, sería ``luz para revelación de los gentiles`` (Lucas 2:2) o sea nosotros todos aquellos que no pertenecemos a dicho pueblo, ``porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito para que todo aquel que en el cree, no se pierda, mas tenga vida eterna``(Juan 3:16). Según el verso 13, los pastores encontrarían al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre.
El pueblo estaba bajo la algarabía de la fiesta, el mesón estaba lleno y el Hijo de Dios debió nacer de la forma más sencilla que el mundo podía imaginar. Pesebre, según el diccionario, es una especie de cajón o artesa donde comen los animales por lo que tuvo que ser un lugar también sucio, rústico y mal oliente. La tradición dice que estaban también una mula y un buey, algo no confirmado en los evangelios, pero el hecho de haber nacido en un pesebre, estos suelen estar en los establos en donde se encierran animales, vacas, ovejas, caballos por lo que desde luego no son sitios muy atractivos ni mucho menos apropiados para el caso.
Repentinamente se oye el canto de los ángeles: ``Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres`` (V:14). Es el gozo de criaturas celestiales que reaccionaban ante el cumplimiento del plan de salvación a favor del hombre caído, un acontecimiento al que los ángeles son instados a publicar, si bien, es en Belén la ciudad de David, el gozo es de carácter universal. Gozo que también expresaría el anciano Simeón más tarde a quien Dios le había revelado que no moriría antes de ver al Ungido del Señor que sería luz para revelación de los gentiles y gloria de Israel, al igual que la profetiza Ana, viuda de 86 años, hablaba del niño a todos los que esperaban la redención (Lucas 2: 25-38).
En la noche de navidad que ya para entonces han concluido las posadas propias del catolicismo romano, es común aparte de ver las casas o las puertas adornadas con luces de colores, las familias, negocios, oficinas el tradicional árbol navideño que también se cree tiene que ver con las fiestas saturnales. Otros lo relacionan con los Druidas de donde se origina el festival de Samhaím o Halloween (noche de brujas) a la cual estaba ligada también la fiesta a los árboles. El caso es que a los pies del árbol navideño son colocados los regalos para ser abiertos la noche del 24.
En mi niñez el 25 salíamos a recorrer las calles del pueblo para visitar los nacimientos que permanecerían abiertos al público hasta el seis de Enero o Día de los reyes. De comida no se diga más. Los tamales en hoja de plátano, pan, conservas, manjares, bebidas calientes en cualquier casa que se visite y a lo cual se corresponde recíprocamente. No puede negarse que es una época en que los corazones tienden a ser más sensibles.
Independientemente de la fecha que desde entonces quedó plasmada en el calendario, lo importante es reconocer que un día Dios desde el cielo se dignó enviar a su Hijo para nacer en un pesebre dado a que como ya se dijo, no hubo lugar en el mesón, las casas de seguro cerradas y los habitantes del lugar ``enfiestados`` al igual que hoy y siempre muchas puertas de los corazones aún siguen cerradas y no hay cabida para el Hijo de Dios. Como el mesonero y muchos otros, la gente ha comercializado tanto la época que para muchos la navidad representa la mejor época del año para incrementar jugosas ganancias o compensar lo que no se hizo durante el año.
Mientras el mundo celebra a su manera, la iglesia tiene la oportunidad de sacar el mayor provecho espiritual honrando el nombre del Dios que ``no escatimó ni a su propio Hijo, sino lo entregó por todos nosotros`` (Romanos 8:32). A lo largo de mi vida cristiana y ministerial he visto y conozco a muchas personas que han entregado su vida a Cristo en un culto navideño, escuchando la Palabra de Dios, presenciando un drama, poesías, cantos, en fin, actos alusivos al nacimiento del Hijo de Dios.
Hace tiempo leí un documento del cual no tengo en este momento el nombre del autor para darle el respectivo crédito, pero fotocopié en ese entonces lo que ahora transcribo en forma parafraseada sobre lo que significa el verdadero árbol de navidad y lo que encontramos a sus pies:
1. El primer regalo es la salvación de nuestra alma, del cual se derivan los que siguen, está a disposición los 365 días del año para todo aquel que reciba a Cristo como su único Salvador en quien encontramos la verdadera paz (Romanos 5:1).
2. El segundo regalo lo encontramos al pie de la cruz es poder entrar en la presencia del Señor una vez que hagamos de Cristo el dueño y Señor de nuestra vida (Romanos 5:2; Hebreos 4:14-16; Hebreos 10:19-22).
3. El tercer regalo es esperanza (Romanos 5:2; Tito 2:13:1; 1 Tesalonicenses 4:16,17).
4. El cuarto regalo es triunfo en la tribulación (Romanos 5:3, 4; 1 Tesalonicenses 1:6).
5. El quinto regalo es el amor (Romanos 5:5; Juan 3:16).
6. El sexto regalo es el Espíritu Santo (Romanos 5:5; Juan 14:16-18).
7. El séptimo regalo es la liberación de la ira venidera (Romanos 5:9-11; Apocalipsis 6:7).
8. El siguiente regalo es gozo (Romanos 5:11). El gozo es más que alegría, ésta es circunstancial pero el gozo del Señor es permanente.
Agrega el autor: ``Este es el verdadero árbol de navidad. No el que tradicionalmente conocemos adornado de colores, tarjetas con mensajes de cariño amor y amistad, colores plateados simulando la nieve del oriente, figuras de un personaje que aparece cada fin de año y que se llama Santa Claus, paquetes envueltos en papel de regalo debajo de sus ramas, no. Ese no es el árbol de navidad que tiene Dios, el árbol de Dios está en al cruz del calvario y a sus pies los regalos verdaderos que los hombres necesitan.`` ¡El verdadero regalo es Jesús!
lunes, 6 de diciembre de 2010
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