``Alégrate mucho,
hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a
ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino
hijo de asna`` (Zacarías 9:9). Esta profecía de Zacarías
tuvo cumplimiento con la gloriosa entrada de Jesús a Jerusalén en el día que
tradicionalmente se conoce como el ``Domingo de Ramos o Palm Sunday.
Un acto en donde
Jesús a través de su humildad quiere decirle a la gente de su época (como a la
de hoy) que él no viene a establecer el tipo de gobierno que los judíos
esperaban cansados de tanta opresión. Habían estado más de 400 años
esclavizados en Egipto, habían sido llevados por la fuerza a Babilonia en donde
debieron estar por 70 y ahora unos 200 bajo el domino de Roma
que se había apoderado de Israel, en
otras palabras: esclavos en su propia tierra.
Sin duda alguna
Israel tenía suficientes motivos para esperar la llegada del Mesías prometido.
Un Mesías que según ellos tomaría el poder político y militar en pro de su
causa expulsando a los invasores. No quisieron entender que el reino que Jesús
venía a establecer era en el corazón de los hombres, no obstante estar
claramente profetizado en el Antiguo Testamento porque
cambiando el
corazón cambia todo el ser integral del hombre.
El evangelista San
Lucas en el capítulo 19: 28-42 relata que Jesús recién había salido de Betania y
se acercaba a Jerusalén para realizar la
obra redentora que el Padre le había encomendado, su muerte vicaria en la cruz.
Envió a dos de sus discípulos a traer un pollino que por su puesto no era suyo
con la advertencia de que si los dueños se oponían, debían decir ``El Señor lo
necesita``. Con esta expresión él deja
ver la autoridad de Dios sobre nuestros bienes y la disposición que debe de haber
en nosotros de suplir lo que la obra de Dios requiere. Todo creyente conocedor
de la Palabra de Dios necesita saber que todo cuanto tenemos y poseemos le
pertenece a Dios y que nosotros solamente somos administradores.
Ya Jesús sobre el pollino
hace su ingreso a la ciudad seguido de la multitud, lo que se conoce en la Biblia
como ``La entrada triunfal``. Era
costumbre de los reyes triunfantes entrar a las ciudades montando caballos de
gran valor traídos de Egipto como hoy día en limosinas o algo por el estilo.
Jesús escogió entrar en un pollino o dicho
en lenguaje más sencillo, un burro. Éste es un animal de carga, rustico,
considerado el más torpe dentro estos
pero de mucho aguante relegado a las personas más pobres. Con ello Jesús deja
en claro que él no viene en busca de pompa, honores y todo tipo de
reconocimientos dignos de un rey.
La actitud y
algarabía de la gente es destacada por los cuatro evangelistas. Tendían mantos
a su paso y mostraban acciones jubilosas. Mateo y Juan dicen que la gente
cortaba ramas y las tendían reconociendo
las maravillas hechas por él nunca vistas como la resurrección de Lázaro y
tantos hechos portentosos, hasta revivían el canto de los ángeles el día de su
nacimiento diciendo: ``Bendito el que viene en el nombre del Señor, paz en el
cielo y gloria en las alturas``.
Jesús que conoce lo
más recóndito dentro del ser humano llora por Jerusalén. Sabía que muchas de
estas personas unos días después gritarían ante Pilatos: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale!
Ante tan cruda realidad el Señor anuncia los juicios que vendrían sobre ella:
``¡Oh si también tú conocieses a lo menos en este tu día, lo que es para tu
paz! Más ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti,
cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes
te estrecharán. Te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, no dejarán
en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación``
(V:42-44).
Ante el júbilo de sus seguidores los fariseos que
abiertamente le rechazaban Jesús les dijo: ``Os digo que si estos callan, las
piedras hablarán`` (V: 40). Es que el mensaje de Jesús no puede ser callado.
Nadie que haya tenido un real encuentro con el Salvador puede omitir el mensaje
de libertad. Recuerdo cuando la gente no resistió a su doctrina y le dejaban,
sus discípulos le dijeron: `` ya todos se fueron`` él les preguntó ``¿Queréis
iros vosotros también? Pedro exclamó: ``
¿A quién iremos Señor? Si sólo tú tienes palabras de vida eterna`` (Juan 6:68)
La entrada triunfal
de Jesús a Jerusalén concluye con la expulsión de los mercaderes que habían
hecho del templo prácticamente un centro comercial. Ya no les bastaba con hacer
sus ventas en el atrio sino que se instalaban en el interior, enérgicamente les
gritó: ``Mi casa, es casa de oración``.
Juan dice que vendían palomas, bueyes y ovejas (2:13,14). Al parecer estos últimos los vendían afuera
pero si lo hacían con palomas dentro del templo e intercambiaban monedas. El celo por las cosas sagradas especialmente
aquellas que han sido consagradas para el servicio de Dios nunca debe de
desaparecer en los hijos de Dios hoy cuando el evangelio de Cristo cada día es
más secularizado.
Que esta Semana Santa
sea para todos un tiempo de reflexión. Reflexionar profundamente sobre el
sacrificio de Cristo y sus implicaciones en cada uno de nosotros. ¿Cómo estamos
respondiendo al gran amor de Dios que envió a su hijo para que todo aquel que
crea en él (y le obedezca) tenga la vida eterna. ¿Qué tanto estamos haciendo
para proclamar su evangelio? ¿Qué estamos haciendo del templo hoy día? ¿Cómo
entendemos el reino de Dios sobre esta tierra?
¿Estaremos dispuestos a ser cada día más humildes siguiendo el ejemplo
de Jesús?
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