``Imperativo Moral`` fue el calificativo que el presidente Barack Obama le dio a la Reforma Migratoria que él mismo ha prometido impulsar desde la Casa Blanca.
Nuevamente nos sentimos optimistas por el contenido de su discurso. Aunque de hecho sabemos que en política no todo puede ser creíble, no-obstante el sentido común deja ver que hay sinceridad en sus palabras. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que si bien es el presidente, no depende sólo de él, sino del Congreso a quien urgió a alejarse de políticas partidistas y trabajar por el bien de la nación, como iglesia es necesario estar orando a Dios para que esto sea realidad lo antes posible.
Nadie ignora que somos una nación de inmigrantes y el presidente lo dejó ver ampliamente al recordar a los primeros fundadores, hombres, mujeres y niños que venían en busca de libertad de culto y que los unía un ideal en común: una vida digna y el poder vivir en libertad.
Sobre las deportaciones masivas, aparte del costo que esto representa, sería imperdonable destruir el modelo de ésta nación como sitio de ``refugio y libertades`` esto afectaría a niños nacidos aquí y se estarían destruyendo los valores familiares. Iglesias, cuerpos de policía, organizaciones civiles y gran parte de Estados Unidos comparten este principio, en palabras del presidente.
Sobre el argumento de asegurar las fronteras, hoy más que nunca éstas están más seguras y hay que trabajar más sobre ello, añadió que ``cercas y vallas fronterizas`` no es suficiente y nuevamente dejó ver su desacuerdo sobre la ley de Arizona. También señaló la responsabilidad de quienes viven aquí y han entrado ilegalmente sobre un costo que pagar como también de quienes explotan a los indocumentados haciéndolos más vulnerables.
Como ministros de culto, es nuestro deber educar a nuestros fieles sobre la necesidad de respetar las leyes, portarnos a la altura de hijos de Dios y contribuir dignamente al engrandecimiento de este país.
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